GRAN CASINO DE L'ARRABASSADA (1911)


Hay recuerdos que, si no fuera por el legado que nos han dejado algunos testigos, se perderían en el tiempo. Hay otros que, si no fuera por los restos que quedan, serían un misterio brindado a los entendidos en materia histórica. 

Del tema de hoy nos han llegado algunas voces a través de la red y hemos decidido investigarlo. Se trata del Gran Casino de la Arrabassada, del cual es probable que no hayas oído hablar; aunque a los más entendidos en materia histórica y a los de una edad más avanzada probablemente sí les sonará. 

El Gran Casino era un edificio que, a pesar de encontrarse dentro del término municipal de Sant Cugat, es una pieza imprescindible para conocer la historia de nuestra ciudad, así como la historia curiosa y particular de algunos ciudadanos de antes de la guerra. Actualmente, del Gran Casino de la Arrabassada solo quedan algunos restos de fachadas, decoraciones neoclásicas destruidas y engullidas por la vegetación. 

De lo que durante una época fue —tal como demuestran las imágenes de algunos vídeos que circulan por la red— sinónimo de glamour y riqueza de las clases acomodadas de finales del siglo XIX y principios del XX, hoy ya no queda nada.

De hecho, el Gran Casino de la Arrabassada se entiende en paralelo al crecimiento económico y expansivo de la Barcelona de principios del siglo XX. Históricamente, Barcelona había parado de crecer a los pies de Collserola, pero el desarrollo de una clase acomodada cada vez más exigente creó la necesidad de buscar nuevas zonas de recreo y ocio. 

La sierra de Collserola, un espacio natural a los pies de la gran ciudad, ofrecía un escenario fantástico para la clase burguesa. Es a finales del siglo XIX cuando, simultáneamente a la inauguración del Gran Hotel-Restaurant la Rabassada —del año 1899, y semilla del complejo del Gran Casino—, otras infraestructuras como las carreteras de acceso a la montaña y el parque de atracciones del Tibidabo fueron desarrollándose al mismo tiempo. El elemento clave, sin embargo, fue la conexión con la ciudad, fortalecida por la inauguración del Ferrocarril Funicular del Tibidabo, la carretera de Sant Cugat, el ramal a Vallvidrera y el funicular eléctrico. 

Todo eso fortaleció todavía más la presencia de ciudadanos que con el paso del tiempo vieron aumentar la oferta de ocio con otros complementos como el Observatorio Fabra, el Museo de Física Ferran Alsina o la cripta del Sagrado Corazón.

Sin embargo, la atracción que nos ocupa, antes de convertirse en el gran complejo de ocio y glamour fue un hotel-restaurante con unas vistas fantásticas a la ciudad. En aquella época, el emplazamiento era único. Un hotel de lujo justo en medio de la naturaleza, dentro de un bosque, al lado de manantiales de agua, plantas medicinales y con vistas al mar, que configuraban una de las mejores infraestructuras de estas características en Europa. 

Tal como indica Joan Auladell en el artículo “Aquel Gran Casino de la Rabasada”, cedido por el Archivo Municipal de Sant Cugat, en el año 1892 un viajero inglés describía así aquel lugar: “Barcelona actualmente es diez veces más fascinante. 

El tranvía hace muy accesible la cima a los ciudadanos. Uno se queda absolutamente fascinado por las vistas y la suavidad del aire”. El éxito del hotel-restaurante y una conexión cada vez mejor con la montaña popularizaron el emplazamiento que, en el año 1908, unos capitalistas franceses decidieron ampliar. Es así como al año siguiente la empresa Sociedad Anónima La Rabassada compró el hotel-restaurante y parte de los terrenos adyacentes para construir el que ahora sí sería el Gran Casino de la Arrabassada, inaugurado el 15 de julio de 1911 con la voluntad de ridiculizar las construcciones hasta entonces erigidas en la ciudad. 

El Gran Casino quería convertirse en el monumento más majestuoso de Barcelona.

El día de la inauguración, el local se llenó de personas famosas, empresarios influyentes, periodistas y políticos que estrenaron el casino, que además también disponía de un parque de atracciones con una montaña rusa de dos kilómetros y un túnel de 57 metros. 

Entre las otras atracciones, destacan, como curiosidad, artilugios de agua muy parecidos a los que actualmente pueden encontrarse en los parques de atracciones más modernos. 

El Gran Casino, además, disponía de salones de juego, de un teatro con capacidad para doscientas personas, restaurantes de lujo comisariados por prestigiosos chefs franceses, salas VIP y orquestas que tocaban para todos los invitados.

La decadencia del local vino precedida por una serie de historias dignas de películas de terror. Las malas lenguas comentan que algunos de los grandes empresarios que se jugaban sus fortunas acabaron en la más absoluta miseria y, para no perder el honor, muchos de estos jugadores malaventurados se suicidaban para no tener que afrontar la dolorosa situación delante de la familia. 

Según indican, corre el rumor de que el Casino incluso había habilitado estancias para que estas personas llevaran a término este final trágico en la más absoluta intimidad. En el año 1912 el juego vano empezó a perseguirse, cosa que iba en contra de los intereses del local, que definitivamente se vio ahogado en 1923 cuando el régimen dictatorial de Primo de Rivera prohibió explícitamente el juego.

A pesar de todo, los documentos consultados en el Archivo Municipal de Sant Cugat indican que con la Exposición Mundial de 1929, parece ser que el complejo resurgió un poco, aunque con la mala suerte de que el cataclismo de la crisis económica de los años posteriores acabó de sepultar la suerte de este edificio tan magnánimo. Finalmente la Guerra Civil y los fusilamientos que llevaron a cabo los dos bandos en Collserola hicieron que el edificio terminara vacío y en la decadencia más absoluta, y acabara alojando una comisaría de carabineros, hasta que en 1940 lo derribaron. Actualmente, del Gran Casino de la Arrabassada queda muy poca cosa. Solo algunos restos de lo que fue y que han quedado engullidos por zarzas y árboles de la sierra de Collserola. A duras penas queda algo en pie y lo poco que había se saqueó los años posteriores a la demolición para decorar y equipar casas cercanas.

Si después de todas estas explicaciones sigues interesado en el casino, este año se cumple el centenario de su construcción y está previsto que se edite un libro con un estudio riguroso y se presente una exposición en el museo de Sant Cugat. Teniendo en cuenta que todavía no hay fechas fijadas, te recomendamos que eches una ojeada a este dossier que ha elaborado la web Fotos de Barcelona, que resume la historia de este edificio de manera fantástica y con mucho detalle.